jueves, 25 de febrero de 2010

Educación en las cárceles


“La educación es la principal estrategia para combatir uno de los peores males del encierro: la socialización delictiva, que lleva a la reincidencia”

Por rudimentarias que sean las sociedades humanas organizan sistemas que posibilitan la incorporación del individuo en la cultura de la comunidad, sistemas que comúnmente llamamos escuelas.
En los sistemas penales es importante tener en cuenta que la gran parte de su población carcelaria está compuesta por personas que no han recibido la instrucción mínima, es decir que son personas con primaria incompleta y hasta analfabetos. Por tal motivo, un aspecto importante debe ser brindar a los alojados una enseñanza adecuada.
Podríamos definir a la educación en las cárceles como el desarrollo óptimo de las facultades físicas, intelectuales y morales del educando. Y a la instrucción, como la comunicación sistemática de ideas, conocimientos o doctrinas.
La educación y la instrucción en los sistemas penales deben ser integrales. Orientadas a que los alojados adquieran nuevos hábitos y comportamientos para su futura integración al medio social. Podríamos denominar que la educación en los sistemas debe ser un aprendizaje social.
En síntesis, el interno recibirá una enseñanza básica para su integración en la vida social obteniendo una capacitación que no solamente sea un elemento fundamental para desenvolverse en la sociedad, sino para la propia formación de la persona.
Si no se cuenta con un plan educativo acorde a la situación de estar en prisión, las personas que se encuentren en dicha situación, cuando salgan de la cárcel por haber cumplido su condena, se encontrarán con un nivel cultural igual o inferior al que tenían cuando ingresaron a la misma.
Esto lleva a que cuando una persona sale de prisión, sale con muchas sensaciones y pensamientos en contra del sistema, debido a que en varias penitenciarias se vive en un ambiente no propicio para la mejora de la persona, llevando a una alineación extrema. Por ello, la educación debe estar presente en todas las cárceles procurando un verdadero cambio y otorgando posibilidades concretas de un futuro mejor. Caso contrario, la reincidencia estará a un paso.
La educación es un derecho que hace a la condición del ser humano, ya que a partir de ella se construye el lazo de pertenencia a la sociedad, a la palabra, a la tradición, al lenguaje, en definitiva a la transmisión y recreación de la cultura, esencial para la condición humana.
Por lo tanto, quien no reciba o no haga uso de este derecho pierde la oportunidad de pertenecer a la sociedad, a participar de manera real y constituirse en un ciudadano, que haga uso de sus derechos y cumpla con sus deberes a favor del desarrollo de la sociedad.
En la actualidad vivimos una etapa de democracia formal, sin embargo existen situaciones de ejercicio autoritarista del poder: corrupción, impunidad, limitaciones en el acceso a la justicia y a la participación política de sectores de la población, creciente inequidad en la distribución de la riqueza y desigualdad de oportunidades para el ejercicio de derechos económicos, sociales y culturales. Estas características son signos de una situación que genera mayor exclusión económica, social y política a muchos grupos sociales que se encuentran desfavorecidos casi al infinito.
La cárcel es el lugar en el cual terminan aquellas personas que, en su mayoría, no han tenido educación, trabajo, salud y ningún tipo de garantías. El sistema los genera y excluye, generando sus propios mecanismos que responden a una lógica del poder que impera en ese momento
Es la educación en general, y en especial en los establecimientos penales, la que actúa como resguardo de la condición de ser humano para aquellas personas que alguna vez han delinquido. Por consiguiente, el encarcelamiento, aunque se considere un castigo justificado, no debe llevar consigo una privación adicional de los derechos civiles, ya que el único derecho que se priva, al estar detenido, es la libertad ambulatoria.
La educación se presenta como un lugar propio y específico donde es posible pensar una sociedad más justa, más elaborada, más construida, más de todos y de cada uno, más solidaria, en definitiva más humana, una educación que permita a quien la reciba significar, elaborar, modificar y construir su propio camino.

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